Te enamoras, inicias una relación de pareja, te vas a vivir con tu novio, te casas, formas una familia, al final te divorcias por las razones que sea y, estos son los pasos que dan más o menos la gran mayoría de las parejas. El hecho de que haya tantos divorcios o tantas rupturas de matrimonios, me hace pensar que en este camino hay un obstáculo insalvable, que es la convivencia. Escuche una conversación, de una pareja de matrimonio, (por cierto, divorciados los dos), casados, pero no viven juntos. Cada cual vive en su casa. De momento, me pregunte, ¿cómo se puede vivir así? Seguí escuchando, y me di cuenta que hay una valiosa razón de parte de la mujer, de porque esta situación. Ella es madre de tres niños…dos mujercitas y un niño. Aunque ella ama con locura a su esposo, prefirió vivir así, para proteger a sus hijos. Tampoco es que ella se haya casado con un desalmado no, pero como dice un refrán muy cierto: “Juan segura vivió muchos años”. Según ella lo hizo para evitar desacuerdos o berrinches entre sus hijos y los hijos de él, que son tres varones.
En mi opinión, me parece fantástico, la madre da a entender que primero son sus hijos, en otras palabras, ella es madre primero y después mujer…este es un ejemplo para todas las madres que se encuentran en esta disyuntiva; sobre todas las cosas, ser primero madres. Existe una gran posibilidad de llevar la relación bien positiva y duradera de esta manera, lo que, por situaciones ajenas quizás, no se pudo concretar en un primer matrimonio. Este método de casados, pero separados, no es el más habitual, pero, el secreto para una pareja feliz no se encuentra en el modelo de la pareja tradicional, sino que en alguna otra forma de entender el amor y la pareja.
Hay que entender que los tiempos han cambiado y las parejas tienen muy claro que el amor no hará que se pierda su individualidad, sobre todo la libertad. Este también es un motivo, después de los hijos. Tener un segundo matrimonio, es darse una nueva oportunidad en el amor, la felicidad, la convivencia y el compartir. Cuando hay niños de por medio, los de la mujer y los de él, la tarea se puede volver complicada.
Tampoco es que todo este perdido. Una relación así, solo puede funcionar si la decisión de no vivir juntos es algo meditado, decidido y aceptado por las dos partes. Estoy de acuerdo, considero que este tipo de relación es tan valida como cualquier otra. Por otro lado, no olvidemos la aceptación de los niños de una madrastra o un padrastro. Para ellos no es tan sencillo aceptar la figura del padrastro o madrastra como nuevo miembro de la familia, pero existen maneras para facilitar su aceptación y establecer una buena relación, sobre todo, si cada cual vive en su casa, como en este caso.
En ocasiones los miembros de la nueva familia se entienden perfectamente y se llevan bien. En otras situaciones, surgen dificultades. Si bien no hay una fórmula ideal para adaptarse a este nuevo rol, es recomendable afrontar la nueva situación con paciencia y tratando de comprender los sentimientos de todos los involucrados.
Termino con esta frase que alguna vez escuche decir: “Cada uno en su casa y Dios en la de todos”. Es como decir: Te quiero, te amo, pero no quiero vivir contigo”. En este caso, fue una inteligente decisión de la pareja en cuestión, aunque se aman, se ven, hacen el amor, pero… cada quien en su casa. Justamente, tengo otra una amiguita que actualmente esta viviendo este episodio en su vida, igual que la anterior pareja. Tiene su novio, se ven, pasan juntos cada vez que quieren, hacen el amor, pero de casarse… no creo que quieran. Así es mejor para ellos, viven la vida más fácil, sin ninguna atadura ni obligación. Cada cual en su casa. Los tiempos cambian y es aceptable.