Los teléfonos de casa ya no existen, son obsoletos. Ahora son reemplazados por los llamados elegantemente, “Inteligentes.” Estos teléfonos móviles, han cambiado la manera de comunicarnos. Sin embargo, igualmente han propiciado que se generen hábitos relacionados a su práctica, e incluso cierta dependencia; por ello, es importante que se tomen precauciones para evitar su mal uso.
Es cierto, el celular sirve para estar comunicado, pero es importante que se conozcan ciertas cosas que deben saber y dejar de hacer con él, por un bienestar mejor.
El celular se ha convertido en un artículo indispensable en la vida de los adultos y cada vez más entre los niños. Y es que no solo es un medio para recibir y contestar llamadas, ahora, y como ya sabemos, estos teléfonos permiten hacer múltiples actividades como navegación por internet, interacción en las redes sociales, conversar, tomar fotos, grabar videos y muchas cosas más.
Según, algunos expertos en este tema, ha provocado que algunos grupos, de padres en Europa, demandaran oficialmente la venta de estos aparatos, dirigida a los niños. En Europa se han venido realizando estudios sobre los posibles efectos negativos que puede provocar el excesivo uso de celular en niños, y se objetó, que los niños menores de ocho años de edad nunca deberían usar celulares.
Las razones son muchas, son muy claras. Se dice que el cráneo de los niños no es suficientemente grueso, su sistema nervioso no está totalmente desarrollado y la radiación penetra con más fuerza en sus cerebros. Esta es una valida razón para que los padres de familia analicen si es, o no, provechoso comprar estos aparatos a sus hijos pequeños, ya que los daños en su salud podrían afectarles negativamente a corto o largo plazo.
Y aún más, ellos se desconectan por completo de las actividades físicas y los juegos al aire libre, como antes lo hacían. Y, no es que todo sea la culpa de los niños; lamentablemente los adultos también caen en las garras de esta tecnología haciendo que, en la mayoría de los casos, los celulares sean imprescindibles en su vida.
En muchas ocasiones, por el vicio del celular, mayormente en las mujeres, se despreocupan de sus hijos, de su matrimonio y de su marido. Conozco un caso muy lamentable, que, por el bendito celular y computadora, llegaron al divorcio. Todo esto
no fue lección, para esta mujer, porque a pesar de todo lo sucedido en su matrimonio, no ha rectificado y sigue en la misma situación.
Es inquietante saber que el habito, o más bien debo decir “el vicio”; del celular es tanto que se pone en riesgo la seguridad misma y de la familia. Cada vez se escucha más, de accidentes, ya sea porque el individuo estaba escribiendo un texto, contestando una llamada, y también jugando. Esto es alarmante.
Estoy segura que han visto a muchos padres de familia en los parques, en las tiendas, en los restaurantes, etc. que están sumergidos en el celular, mientras sus hijos corren de un lado a otro, sin ninguna supervisión. Hay algunas razones, que se deberían tomar en cuenta, cuando estamos reunidos, con la familia o con amigos. Todos estos momentos son importantes para comunicarnos y relacionarnos, utilizando el lenguaje “verbal”. Es importante conversar mirándose a los ojos, prestando atención a la conversación, y
sentirse entusiasmado. Todo esto, no se repite, y posiblemente o tal vez, no volverán. ¿Entonces por qué desecharlos? Es una pena, ver como estos avances, tecnológicos creados para conectarnos “inteligentemente”, están haciendo que nos desconectemos de las personas más importantes y cercanas. No dejemos que un aparato de estos, gobiernen nuestras vidas. Nosotros somos los únicos que podemos romper con este vicio. No es que sea malo tener un celular, no, pero hay que usarlo debidamente, y con prioridades.
En lo personal, me molesta ver en una reunión, la gente que está pendiente de sus celulares y no en la conversación