«Me guardaré la decisión de si quiero vacunarme o no. Es una decisión íntima que no le compete a los medios de comunicación», había afirmado Djokovic en junio del año pasado y tal parece que su convicción sigue firme hasta la actualidad. Como se esperaba que fuera, más temprano que tarde, sus declaraciones le pasaron factura y hoy Novak se encuentra retenido en un hotel de Australia con el riesgo de ser deportado. El caso de Djokovic no es un caso aislado de una persona que toma la decisión de no vacunarse, es un problemática mucho más grande que roza las aristas políticas y crea una división en la opinión pública entre los «pro vacunas» y los «anti vacunas».
En un principio se especulaba que, tras retirarse del ATP Cup, Novak tampoco estaría en el Abierto Australia por su postura frente a las vacunas. Sin embargo, el 4 de enero se confirmó que el número 1 del ranking mundial recibió una exención de vacuna y estaba autorizado para participar en el torneo. A partir de ese momento, las cosas se fueron a pique.
Es importante abarcar el caso Djokovic desde dos enfoques que, a pesar de que parecen alejados uno del otro, se relacionan entre sí y pueden llevarnos a mismas conclusiones. El primero es desde la moral del deportista y su decisión personal de no vacunarse en el contexto actual, el otro enfoque tiene que ver un tema político que involucra a los gobiernos de Australia y Serbia, y asimismo genera tensión en la opinión pública.
Novak ha dejado entrever en reiteradas ocasiones su escepticismo frente a las vacunas, si bien, en ninguna de sus declaraciones mostró una postura tajante (de sí o no) respecto a sí se había vacunado, su entorno y su situación esclarecen el estado de Djokovic. Muchos otros deportistas, como Joshua Kimmich en la Bundesliga o Kylie Irving en la NBA, se han manifestado en contra de las vacunas, sus razones suelen ser la falta de estudios en los laboratorios científicos y el miedo a una supuesta «nueva forma de control sanitario» por parte de los gobiernos.
Ahora, es importante traer a cuestión la pregunta que se ha venido repitiendo durante los últimos meses, ¿limitar accesos a establecimientos públicos, torneos deportivos y eventos masivos a los no vacunados no atenta contra la libertad de decisión? La respuesta ha tomado distintas direcciones, algunos afirman que es parte de la responsabilidad colectiva vacunarse, incluso en algún punto se habla de que la decisión de no inocularse no es solo riesgosa para la población, sino también un acto de inmoralidad. Otros, al contrario, acusan a los medios de comunicación de ejercer una presión psicosocial al mundo respecto a las vacunas, para ellos, la decisión no vacunarse también es totalmente válida y a muchos se le escucha decir que es una parte de un plan mundial para afectar a la población. Novak se encuentra aislado en Australia por pertenecer al segundo grupo.
El caso Djokovic se ha extendido hasta la política y hoy la situación del tenista representa problemas de gravedad para los gobiernos de Australia y Serbia. Por un lado está la posición clara del gobierno de Australia de no dejar participar a Djokovic en el torneo con el fin de evitar próximos contagios en su país. El primer ministro de Australia, Scott Morrison, publicó hace unos días en su cuenta de Twitter lo siguiente: «Las reglas son las reglas, especialmente cuando se trata de nuestras fronteras. Nadia está por encima de la ley. Nuestra fuerte política de fronteras ha sido clave para que Australia tenga uno de los índices de muerte por COVID-19 más bajos del mundo, seguiremos siendo vigilantes en esto». Estas declaraciones han causado distintas opiniones en la población australiana, algunos acusan al gobierno de censura y acoso contra el tenista, incluso muestran su apoyo a Djokovic manifestándose alrededor del hotel donde se encuentra detenido, existe también el otro grupo que defiende la postura del gobierno australiano con el fin de reducir contagios.
La otra cara de la moneda está a 13.000 km, en Serbia, el país natal de Novak. Multitudes de personas de este país han mostrado su disconformidad con la situación que atraviesa Djokovic, incluso, el padre del deportista, Srdjan Djokovic, ha acusado al gobierno australiano de persecución política a su hijo. El presidente de Serbia, Aleksandar Vučić, no ha sido ajeno al tema y hace unos días acusó de maltrato a las autoridades australianas e hizo un reclamo directo contra el primer ministro Scott Morrison. Para los antivacunas del mundo, Djokovic se ha convertido en un mártir, un símbolo de resistencia que debe de ser el ejemplo de las personas en el mundo que tienen esta postura.
El gobierno australiano decidirá en un tribunal si es que Novak es finalmente expulsado del país o se quedará a jugar el torneo. Actualmente, Djokovic tiene el récord de 10 Grand Slams y ha ganado 9 veces el Open Australia. Al parecer esta situación tiene para bastante rato, mientras tanto, los debates en la opinión pública y los medios de comunicación crecen cada día más y no parece haber una respuesta clara.