Las instituciones del Estado son instancias del Estado que sirven para administrar, regular y organizar la convivencia social, a través de la generación de normas y leyes que los individuos ejecutan mediante derechos y obligaciones. No hay manera que lo anterior se de en otra forma de gobierno diferente a la democracia.
Tomando en cuenta la definición anterior, puedo afirmar, con terror y absoluta seguridad que esas acepciones carecen de sentido en nuestra region. Cuando un país permite que sus instituciones sean debilitadas, comienzan a sentir lo que el Rey Sol (Louis XIV, rey de Francia en 1655) dijo: L’État, c’est moi: El Estado soy YO, es decir nada ni nadie está por encima de mí.
En Latinoamérica, por lo tanto, las instituciones son absorbidas por EMULOS de LUIS XIV, y se dan fenómenos como Nicaragua, Venezuela y Cuba, los casos más patéticos, pero hay otros en camino: Brasil, Perú, en donde las instituciones están haciendo un gran esfuerzo por subsistir a pesar de los fuertes ataques que reciben de parte de los gobernantes de turno.
En Nicaragua Daniel Ortega fue reelecto para un quinto mandato de cinco años y cuarto consecutivo con el 74,99 % de los votos en las elecciones generales del domingo próximo pasado. Por supuesto es muy fácil ganar unas elecciones con los siete aspirantes a candidatos presidenciales de la oposición en prisión, acusados de «traición a la patria. El control del régimen es de tal medida que nunca se conocerá la cifra real de la abstención.
En Nicaragua no se descuidó nada para que el teatro se pareciera a una elección. La propaganda electoral exhibió rostros diferentes, los analistas simulaban incertidumbre ante el resultado, la televisión llamaba a acudir a las urnas para fortalecer la democracia, el consejo electoral celebraba sesiones para la ocasión, hasta una encuestadora publicó sondeos de opinión.
Por si fuera poco, las autoridades anunciaron que no ofrecerían resultados oficiales hasta la medianoche para poder tener una tendencia clara sobre el ganador. La realidad, sin embargo, fue que el resultado estuvo cantado desde hacía más de un año: el ganador seguiriá siendo la familia Ortega.
Triste récord para uno de los líderes que luchó contra una de las más sanguinarias dinastías dictatoriales del mundo, la de la familia Somoza, que entre padre, hijos y títeres diversos mantuvo el poder en Nicaragua por más de tres décadas. Ortega hasta utilizo las mismas excusas legales para sacar a sus adversarios del camino, lavado de dinero y traición a la patria, que los Somoza utilizaban para encarcelar a sus opositores.
La pregunta es: ¿Qué esperar en Nicaragua? La respuesta es, no hay mucho espacio para el optimismo. Mas hambre y miseria, secuestro de las instituciones. A partir de ahora los Ortega-Murillo decidirán que comerá la sociedad nicaragüense, como lo comerá, si es que lo hacen, cuantas veces al día, como vestirán y como pensarán. En síntesis, Nicaragua se enfrenta a un panorama de crecientes dificultades económicas en medio de una profunda degradación de las instituciones, la democracia y el respeto a los derechos humanos.
Respecto a Venezuela y Cuba, hay poco o nada que agregar, ya que la OEA, la ONU, los medios, los intelectuales, la Unión Europea, Estados Unidos y algunos gobiernos latinoamericanos han expresado lo que sucede en ese país. Decir algo más seria redundante. El famoso concepto del SCHEK AND BALANCE, o CONTROLES Y CONTRAPESOS, no tiene mucha vigencia en America Latina.
Sin embargo, hay países que se encuentran librando una batalla férrea para mantener las instituciones del fuera de las garras del Poder Ejecutivo, entre ellos vale la pena mencionar a Perú, que a pesar de su inestabilidad política que lo llevo a tener 4 presidentes en los últimos años, sus instituciones siguen siendo sólidas, no obstante que el nuevo gobierno, de tendencia izquierdista, esta haciendo todo lo que esta a su alcance para arrodillarlas. Ojalá y eso no llegue a suceder.
Otro caso es Brasil, muy a pesar de Bolsonaro las instituciones singuen existiendo, hasta el punto de que ha sido acusado por el propio congreso de su país de genocida por el abandono al que ha dejado al país con su negacionismo de la pandemia, podría ni llegar a la reelección de 2022 y en caso de que llegara no solo el expresidente Lula sino varios otros candidatos del centro lo derrotarían.
Chile, país de demostrada solides institucional, va camino hacia un juicio político de su actual presidente Sebastián Piñera por las supuestas irregularidades en la venta de la minera Dominga en Islas Vírgenes, un paraíso fiscal.
El escritor cubano Alejo Carpentier (1904-1980) dijo una vez “Las nuevas dictaduras o autoritarismos no calzan botas, las nuevas botas se esconden detrás de apariencias democráticas que engañan a seguidores enceguecidos por falsas ideologías, o sencillamente por corrupción”.
Los ejemplos van in crescendo: comenzó con Fujimori en Perú, Correa en Ecuador, Chávez y Maduro en Venezuela, Cristina Kirchner en Argentina; y lo están haciendo Bukele en El Salvador, López Obrador en México. La lista es penosamente larga.
Lo que les he querido mostrar, es que sin instituciones sólidas no habrá futuro en ningún país de nuestra región, sin esas instituciones que sirvan de contrapeso entre los poderes públicos seguiremos repitiendo divinas comedias, como la obra magistral del Dante Alighieri, pero eso lo construye la sociedad mediante el voto, eligiendo personas honrosas, probas, haciendo Contraloría Social, participando. No hay otra manera de hacerlo.