En los años 70, cuando estudiábamos economía, los más importantes autores de la época, cuando hablaban de Latinoamérica, se referían específicamente a Argentina, Brasil y México, el resto de los países casi no existían. Y ya ven cómo se encuentra cada uno de ellos países.
En esta oportunidad me referiré a Brasil, uno de los países que más ha impactado al mundo en los últimos tiempos. Realizando lecturas sobre este país tuve la sensación de estar leyendo acerca de un barco en altamar, cuyo “capitán” no sabe a qué puerto va a llegar. Los latinoamericanos seguimos dándole votos de confianza a exmilitares pensando que el autoritarismo que aprenden en las respectivas escuelas militares es lo que se necesita para poner en orden y relanzar al país a un futuro más promisorio.
Es el caso del Brasil de Bolsonaro, ese mar está políticamente agitado. Si las diferentes encuestas no mienten, parece cada día más cierto que el actual presidente Jair Bolsonaro, acusado a nivel interno de genocida por el abandono al que ha dejado al país con su negacionismo de la pandemia, está en caída vertical. Podría no llegar a la reelección de 2022 y en caso de que llegara no solo el expresidente Lula sino varios otros candidatos del centro lo derrotaría.
A nivel interno está cada vez más acosado, enfrentamientos con el Tribunal Supremo de Brasil, con más de 50% de la población en contra, con el sector empresarial en su contra, enfrentamientos con la prensa del país, un centenar de juicios políticos y, además, se arropa en las Fuerzas Armadas y policiales. Una prueba de esto último es que tras la llegada de Bolsonaro al poder, en 2019, no menos de 6000 oficiales han ocupado cargos gubernamentales que deberían ser desempeñados por civiles. Durante su mandato, las fuerzas castrenses salieron de los cuarteles para ocupar cada vez más, espacios de poder político. Y para algunos de ellos también ha sido la ocasión para enriquecerse. Historia más que conocida por nosotros los venezolanos.
A nivel internacional las cosas no son muy diferentes. Una denuncia por crímenes contra la Humanidad ha sido introducida por una ONG austriaca AllRise, ante la Corte Penal Internacional, basándose en los daños para la vida y la salud humana en todo el mundo, causado por el aumento de la deforestación en la Amazonia.
Bolsonaro, a juicio de prestigiosos analistas políticos, terminó por transformar a Brasil en un país de cuidado, observado a la distancia no solo por los Estados Unidos de Biden o por China; sino como también por Europa, ya que puede terminar por abrir paso a una posible vuelta de la izquierda en 2022, y eso es a lo que más temen. En esto coinciden los dirigentes políticos brasileños.
Es importante señalar que estamos hablando del quinto país más poblado del mundo, la mayor economía de América Latina. Sin embargo, su abundante riqueza está muy concentrada, convirtiendo al país en uno de los más desiguales del mundo, el 10% más rico de su población recibió más del 60% de la renta nacional en 2018.
A un año de las elecciones de 2022, el presidente Bolsonaro obtendría el 26% de los sufragios en la primera vuelta, frente al 44% para Lula, según una encuesta del Instituto Datafolha del 17 de septiembre próximo pasado.
Ante el escenario político vigente, algunos intelectuales han propuesto que la República Federativa de Brasil debe ser refundada, para que se elimine el mito Bolsonaro ya que, según ellos, no bastaría derrotar al presidente en unas elecciones o a través de un impeachment, por urgente e importante que sea. Lo más importante y urgente es acabar con la “criatura mítica”, ya que el mito del capitán va a continuar aún con él fuera del poder.
Según esta tesis, es necesario hasta cambiar los símbolos de la nación para que sean más acordes con lo que representa el país, entre otros la bandera nacional para que sea el símbolo de un país reconciliado.
Hay otros que proponen, no solo para Brasil sino como también para cada uno de los países de América Latina, la adopción de un nuevo CONTRATO SOCIAL, entendiéndose por ello como aquél que los ciudadanos firman implícitamente con el Estado una vez que deciden vivir en una sociedad regulada por este último, en palabras más directas las leyes y reglamentos que rigen las relaciones entre el Estado y sus ciudadanos y las relaciones entre los ciudadanos de un país.
A mi modo de ver, el marco jurídico del CONTRATO SOCIAL ya está, lo que hace falta es que el latinoamericano juegue el rol que debe jugar como ciudadano en cada uno de los países al que pertenece. Pero sobre todo hay que hacer hincapié en que no es pueblo lo que necesita Latinoamérica en estos momentos, sino ciudadanos.
¿Si alguien me preguntara cómo definiría el escenario político de Brasil? le respondería que es un escenario VUCA. Este término fue creado por la Escuela de Guerra del Ejército de los Estados Unidos para describir la volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad del mundo surgido tras el fin de la Guerra Fría.